La ciudad se derrumba
y yo cantando.

A la izquierda del roble

No sé si alguna vez les ha pasado a ustedes
pero el Jardín Botánico siempre ha tenido
una agradable propensión a los sueños
a que los insectos suban por las piernas
y la melancolía baje por los brazos
hasta que uno cierra los puños y la atrapa.

Después de todo el secreto es mirar hacia arriba
y ver cómo las nubes se disputan las copas
y ver cómo los nidos se disputan los pájaros.

Mario Benedetti +

FM

Gracias radio, por no haber perdido tu poder. Algo así dijo el viejo mientras escuchaba a Gardel, sentado en una silla en la salida de su casa. La sombra de un árbol le servía de refugio. Y los días sofocan a veces, pero el movimiento hace que ni se note. No olvides, hermano, vos sabés, no hay que jugar.

Si, yo también.

QUIEN FUERA QUIEN

Como el que salió de su casa un día viernes.
Si, viernes, igual que la semana anterior
y el niño salió de su casa.

Salió a caminar y se encontró con un jardín,
no era muy bonito, algunas plantas sequísimas.
Parece que su dueño no estaba,
andaría de vacaciones tal vez.

Como sea, el asunto es que él salió
a caminar en un día viernes.
Quizás ya conté esta historia antes
pero me gusta la historia.

Corrió y corrío,
pensó y pensó.

No, pensar no quería.
era un viernes tal y como el anterior
y de la nada le salieron alas,
grandes y blancas alas.

Voló y voló,
miró y miró.

Entonces encontró todo un mundo
no lo habia visto antes.
Tomó un par de girasoles y se los llevó,
llegó a ofrecérselos cierta niña.

Ella vivía en frente de su casa,
él se le acercó y le dió las radiantes flores.
Si, en un día viernes
aunque ya no era como el anterior.

Ella, con sus ojos café bonito
le acercó su vieja pero afinada guitarra
y dejó de ser viernes,
aunque no importaba mucho.

Cantaron y cantaron,
sonrieron y sonrieron.

SIEMPRE

Pasaron días, meses, incluso años
y el palto seguía allí.

Raices firmes,
abrazadores verdes.

seis

mi número de la suerte.

PASTO MALO

Las rocas volaban, flotaban como si bailaran en el aire. Sin viento, sin nubes. Azul y más azul, por todas partes donde llegara la vista. La pequeña le dijo que se fuera, que el peor de los vientos llegaría. Era un valiente, o almenos eso creía. Sentía hervir su sangre, aunque la humedad del ambiente era capaz hasta de romperle los dedos por el frío. La sonrisa de la cara no se la quitaba ni el peor de sus pensamientos, nisiquiera el etiquetado como prohibido. Levantó los brazos como quien no quiere la cosa y se largó a volar. Entonces una roca cinco veces más grande que su cuerpo chocó produciendo el peor sonido jamás escuchado. Pero él seguía sonriendo.

NO MAS

Me jode confesarlo,
porque lo cierto es que hoy en día
pocos quieren ser tango.

( M. Benedetti )

PRIMERO LO PRIMERO

Tú simplemente sonríe y sirveme el té
que yo sólo necesito una cuerda.

y en un dos por tres tendremos nuestro mundo listo.